domingo, 6 de mayo de 2012


¿Evolucionar? Is too mainstream

Había una vez un Pikachu que no podía evolucionar. Ganaba las batallas pokémon, aprendía nuevos ataques, jugaba con Charmander, platicaba con la Luna, cultivaba lechugas y comía sandías, pero no podía evolucionar.

No es que no pudiera hacerlo porque si teníamos que ser sinceros, para nadie era un secreto que con una piedra trueno, mágicamente el Pikachu podía convertirse en Raichu. Era, simplemente, que el Pikachu no quería. Es demasiado “mainstream” le decía a Charmander, cuando repentinamente lo descubría observando la caja fuerte color negro que protegía la tan valiosa piedra que podría hacerlo evolucionar.



El pokémon amarillo solía levantarse en cuatro patas y se sentaba debajo de un manzano en el campo abierto que se encontraba cerca de las vías del tren que poco a poco iban perdiéndose entre la hierba verde que crecía en los alrededores. Aquél día, no muy diferente a las contadas ocasiones en las que había ocurrido lo mismo, Pikachu se sentó bajo el manzano, mirando un punto muerto del vasto campo que ante sus ojos se presentaba, en silencio, pensativo.

Charmander, que desorientado miró en todas direcciones en busca de ayuda divina de la Luna, decidió acercarse a Pikachu mientras veía el atardecer. Se sentó a su lado y le pasó una de sus patas por su espalda, a manera de un torpe abrazo de un pokémon que no entendía mucho sobre las a veces extrañas cavilaciones de su compañero de juegos.

El viento sopló con fuerza, avivando la llama que en su cola ardía pintorescamente. Miró las vías del tren y después el cielo que surcaban los Pidgey a lo lejos, poco a poco los colores naranjas del cielo se convertían en matices oscuros que en cualquier momento engalanarían la llegada de la Luna.

Entonces Pikachu le preguntó, una de esas cosas que Charmander no había previsto y a lo cual no tenía una respuesta coherente, ni siquiera un “snorq”. Durante la eternidad del instante en que la voz dulce del Pikachu resonó en sus pensamientos, se quedó sin aliento, repitiéndose internamente la pregunta que su compañero, por primera vez después de mucho tiempo, había exteriorizado:

«¿Nunca has tenido miedo de crecer, Char? ¿De evolucionar?»

El miedo es una emoción irracional que deberías ignorar fingiendo demencia, o eso es lo que dicen. Pero cuando estás en pijama en tu casa, mirando una película dramática y te das cuenta que el litro de helado que compraste para acompañar la película está casi por terminar y no llevas ni la mitad de la película, es casi inevitable sentir miedo, porque, ¿qué será de ti si no puedes seguir comiendo helado cuando al protagonista le pasen una de esas cosas dramáticas que siempre le pasan a los protagonistas y que terminan a uno tocándole—a veces—el corazón?

Y es que, queramos o no, todos tenemos miedos. Unos le temen a las ardillas—y es que, con lo malas que son, ¿cómo no tenerles miedo?—, otros a las 25 mil llamadas perdidas de mamá que aparecen en el celular cuando de pronto lo revisan, otros temen a los subnormales y, bueno, otros tantos tienen miedo a crecer. A evolucionar, como diríamos entre los pokémon.

Crecer es divertido, dicen, pero conforme lo vas haciendo, te entra esa idea casi obsesiva de comprar el primer boleto de avión al país de nunca jamás que encuentres. Un boleto de ida sin retorno. ¿Quién, en algún momento, no pensó en algo así? Pero no se trata más que sueños utópicos y, desafortunadamente, no todos los sueños se vuelven realidad.

Así, uno tiene que hacerle frente al hecho de que crecer conlleva responsabilidades, que nuestra vida se van personas y llegan otras más, que las cosas cambian y no podemos volver el tiempo atrás, que lo único que dura para siempre no es más que la muerte.

Desearía, muchas más veces de las que suelo admitir, que como en una pintura al óleo, el tiempo se detuviera, que mi vida y las cosas que la integran permanecieran intactas, que las personas que me importan no se marcharan y que gradualmente yo no sintiera que cada vez el tiempo libre que tengo es mínimo en comparación con el pasado.

Desearía que nada cambiara, que el tiempo no anduviera de prisa y que procrastinar no me acarreara después complicaciones.

No obstante, hay cosas que simplemente no pueden ser.

Por ende, cuando se tiene miedo, sin importar el motivo que lo genere, uno siempre tiene que enfrentar sus miedos, como pueda. Atacar con un “mean look” como el Hauter de aquí para intimidar al miedo y hacerle saber que aunque nos seguirá acechando toda la vida, no nos vamos a rendir. 


En mi caso, como ya soy del nivel 50 y he aprendido el ataque trueno, me siento capaz de enfrentarme a mis miedos y ganarles en una batalla pokémon.

Aunque quizá, para evolucionar, haga falta más que eso.

Sin embargo lo importante aquí es que sea cual sea su miedo, no dejen que el miedo les gane, no permitan que los detenga de conseguir lo que desean. No puedo asegurar que la primera vez que lo enfrenten saldrán victoriosos, pero la experiencia que ganarán les servirá más adelante.

Por último, siguiendo con la temática random del blog, les voy a dejar aquí un vídeo de un hombre que ha decidido enfrentarse a sus miedos y triunfó: Random. Disfrútenlo.

Con cariño, P.

3 comentarios:

  1. Algún día la Luna cumplirá sus sueños, Pika. Tomará ese boleto de avión a Nunca Jamás y pasará las tardes molestando a las sirenas y las mañanas gritando desde la costa hacia el barco de los piratas un fuerte y entusiasta "Arggh!" para despertarlos sin tacto y después correr tierra adentro para no ser alcanzada. Entonces y sólo entonces podrá sentirse completa y satisfecha.
    Cuando lo logre, podrás irle a visitar al manicomio :3

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  2. Aww, no he visto el vídeo, pero debe estar bueno. La entrada me encantó, me enterneció... Sí, es verdad, muchos le tenemos miedo a crecer, personalmente me aterra la simple idea de un día ya no poder ver a mis abuelos y tener que valerme por mí mismas, pero sé que es inevitable y hay que afrontarlo.
    "Miedo" que palabra tan subjetiva y rara, para cada quien tiene un significado diferente, pero como dices, todos tenemos que enfrentarlo tarde que temprano.
    T^T lloré.

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  3. Crecer es parte de la vida, en lo personal hay cosas que prefiero no pensarlas demasiado, vivir el presente sin pensar mucho en el futuro es más simple, de igual forma, a la larga...

    ... Te darás cuanta que haz crecido.

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