¿Evolucionar? Is too
mainstream
Había una vez un Pikachu que
no podía evolucionar. Ganaba las batallas pokémon, aprendía nuevos ataques,
jugaba con Charmander, platicaba con la Luna, cultivaba lechugas y comía
sandías, pero no podía evolucionar.
No es que no pudiera hacerlo
porque si teníamos que ser sinceros, para nadie era un secreto que con una
piedra trueno, mágicamente el Pikachu podía convertirse en Raichu. Era,
simplemente, que el Pikachu no quería. Es demasiado “mainstream” le decía a Charmander,
cuando repentinamente lo descubría observando la caja fuerte color negro que
protegía la tan valiosa piedra que podría hacerlo evolucionar.
El pokémon amarillo solía
levantarse en cuatro patas y se sentaba debajo de un manzano en el campo
abierto que se encontraba cerca de las vías del tren que poco a poco iban
perdiéndose entre la hierba verde que crecía en los alrededores. Aquél día, no
muy diferente a las contadas ocasiones en las que había ocurrido lo mismo,
Pikachu se sentó bajo el manzano, mirando un punto muerto del vasto campo que
ante sus ojos se presentaba, en silencio, pensativo.
Charmander, que desorientado
miró en todas direcciones en busca de ayuda divina de la Luna, decidió
acercarse a Pikachu mientras veía el atardecer. Se sentó a su lado y le pasó
una de sus patas por su espalda, a manera de un torpe abrazo de un pokémon que
no entendía mucho sobre las a veces extrañas cavilaciones de su compañero de
juegos.
El viento sopló con fuerza,
avivando la llama que en su cola ardía pintorescamente. Miró las vías del tren
y después el cielo que surcaban los Pidgey a lo lejos, poco a poco los colores
naranjas del cielo se convertían en matices oscuros que en cualquier momento
engalanarían la llegada de la Luna.
Entonces Pikachu le preguntó,
una de esas cosas que Charmander no había previsto y a lo cual no tenía una
respuesta coherente, ni siquiera un “snorq”. Durante la eternidad del instante
en que la voz dulce del Pikachu resonó en sus pensamientos, se quedó sin
aliento, repitiéndose internamente la pregunta que su compañero, por primera
vez después de mucho tiempo, había exteriorizado:
«¿Nunca has tenido miedo de crecer, Char? ¿De evolucionar?»
El miedo es una emoción
irracional que deberías ignorar fingiendo demencia, o eso es lo que dicen. Pero
cuando estás en pijama en tu casa, mirando una película dramática y te das
cuenta que el litro de helado que compraste para acompañar la película está
casi por terminar y no llevas ni la mitad de la película, es casi inevitable
sentir miedo, porque, ¿qué será de ti si no puedes seguir comiendo helado
cuando al protagonista le pasen una de esas cosas dramáticas que siempre le
pasan a los protagonistas y que terminan a uno tocándole—a veces—el corazón?
Y es que, queramos o no,
todos tenemos miedos. Unos le temen a las ardillas—y es que, con lo malas que
son, ¿cómo no tenerles miedo?—, otros a las 25 mil llamadas perdidas de mamá
que aparecen en el celular cuando de pronto lo revisan, otros temen a los subnormales
y, bueno, otros tantos tienen miedo a crecer. A evolucionar, como diríamos
entre los pokémon.
Crecer es divertido, dicen,
pero conforme lo vas haciendo, te entra esa idea casi obsesiva de comprar el
primer boleto de avión al país de nunca jamás que encuentres. Un boleto de ida
sin retorno. ¿Quién, en algún momento, no pensó en algo así? Pero no se trata
más que sueños utópicos y, desafortunadamente, no todos los sueños se vuelven
realidad.
Así, uno tiene que hacerle
frente al hecho de que crecer conlleva responsabilidades, que nuestra vida se
van personas y llegan otras más, que las cosas cambian y no podemos volver el
tiempo atrás, que lo único que dura para siempre no es más que la muerte.
Desearía, muchas más veces de
las que suelo admitir, que como en una pintura al óleo, el tiempo se detuviera,
que mi vida y las cosas que la integran permanecieran intactas, que las
personas que me importan no se marcharan y que gradualmente yo no sintiera que
cada vez el tiempo libre que tengo es mínimo en comparación con el pasado.
Desearía que nada cambiara,
que el tiempo no anduviera de prisa y que procrastinar no me acarreara después
complicaciones.
No obstante, hay cosas que
simplemente no pueden ser.
Por ende, cuando se tiene
miedo, sin importar el motivo que lo genere, uno siempre tiene que enfrentar
sus miedos, como pueda. Atacar con un “mean look” como el Hauter de aquí para
intimidar al miedo y hacerle saber que aunque nos seguirá acechando toda la
vida, no nos vamos a rendir.
En mi caso, como ya soy del nivel 50 y he aprendido el ataque trueno, me siento capaz de enfrentarme a mis miedos y ganarles en una batalla pokémon.
Aunque quizá, para
evolucionar, haga falta más que eso.
Sin embargo lo importante
aquí es que sea cual sea su miedo, no dejen que el miedo les gane, no permitan
que los detenga de conseguir lo que desean. No puedo asegurar que la primera
vez que lo enfrenten saldrán victoriosos, pero la experiencia que ganarán les
servirá más adelante.
Por último, siguiendo con la
temática random del blog, les voy a dejar aquí un vídeo de un hombre que ha
decidido enfrentarse a sus miedos y triunfó: Random. Disfrútenlo.
Con cariño, P.


Algún día la Luna cumplirá sus sueños, Pika. Tomará ese boleto de avión a Nunca Jamás y pasará las tardes molestando a las sirenas y las mañanas gritando desde la costa hacia el barco de los piratas un fuerte y entusiasta "Arggh!" para despertarlos sin tacto y después correr tierra adentro para no ser alcanzada. Entonces y sólo entonces podrá sentirse completa y satisfecha.
ResponderEliminarCuando lo logre, podrás irle a visitar al manicomio :3
Aww, no he visto el vídeo, pero debe estar bueno. La entrada me encantó, me enterneció... Sí, es verdad, muchos le tenemos miedo a crecer, personalmente me aterra la simple idea de un día ya no poder ver a mis abuelos y tener que valerme por mí mismas, pero sé que es inevitable y hay que afrontarlo.
ResponderEliminar"Miedo" que palabra tan subjetiva y rara, para cada quien tiene un significado diferente, pero como dices, todos tenemos que enfrentarlo tarde que temprano.
T^T lloré.
Crecer es parte de la vida, en lo personal hay cosas que prefiero no pensarlas demasiado, vivir el presente sin pensar mucho en el futuro es más simple, de igual forma, a la larga...
ResponderEliminar... Te darás cuanta que haz crecido.